[Cine] Million Dollar Baby
Clint Eastwood empezó su carrera como actor en la televisión estadounidense. Tras trabajar en varias series, cruzó el charco en la segunda mitad de los 60 y rodó la legendaria trilogía de spaghetti-westerns de Sergio Leone: “Por un Puñado de Dólares”, “La Muerte Tenía un Precio” y “El Bueno, el Feo y el Malo”. A su regreso a los Estados Unidos, fundó su propia compañía productora, Malpaso. El nombre tiene su historia: su representante le advirtió de que estaba dando un “mal paso”, utilizando las palabras en castellano. El burlón de Clint decidió entonces llamar así a la empresa.
Como actor, Clint Eastwood es uno de los “duros” por antonomasia de la historia del cine (para mí el mejor, por encima de Bogart, John Wayne y compañía). Sin embargo, también ha sabido dotar a sus personajes de un cierto cinismo y ácido sentido del humor. Ahí están “Los Violentos de Kelly”, la saga de Harry el Sucio, “El Sargento de Hierro”, “Space Cowboys”…
Al margen de su destacada trayectoria como actor, Eastwood ha desarrollado también una prolífica carrera en la dirección de películas (para mí es buen actor y mejor director), donde podemos destacar, entre otras, “El Fuera de la Ley”, “El Jinete Pálido”, “El Sargento de Hierro”, “Bird”, “Sin Perdón”, “Los Puentes de Madison”, “Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal”, “Mystic River”…
En “Million Dollar Baby”, Clint Eastwood nos cuenta la historia de un entrenador de boxeo ya veterano, anclado en la rutina, acompañado por su fiel segundo, ex-boxeador también, que a regañadientes acepta entrenar a una joven que se refugia en el boxeo para olvidarse momentáneamente de sus problemas, y que lo único que desea es sentirse en la cima aunque sólo sea por un momento en su vida.
Los tres pilares fundamentales que sostienen la película son las actuaciones de Clint Eastwood, Hilary Swank y Morgan Freeman. Ellos dos interpretan papeles muy a su medida, de esos que han hecho durante toda su carrera, así que lo bordan. Hilary Swank está muy bien, aunque Eastwood y Freeman le roban algo de protagonismo (el guión es el guión), pero me gusta mucho su implicación en el personaje. Lo vive de verdad y aguanta muy bien el tipo frente a los dos veteranos.
Eastwood vuelve a ofrecernos esa mezcla que tanto le gusta retratar entre éxito y fracaso, entre alegría y melancolía, entre felicidad y tragedia, pero sin caer en ningún tipo de morbosidad o exceso. Recupera una parte de la pícara simpatía del sargento “de hierro” Highway, el Morgan Freeman que tan bien le secundó en “Sin Perdón” (aquí en un papel muy similar) y mucha de la estética que empleó en “El Aventurero de Medianoche” (una historia también muy parecida a la que aquí nos ocupa).
En resumen, tenemos una película muy completa, realizada con una total economía de medios (y es que cuando ya tengas bastante, no sigas metiendo cosas), con un director que sabe muy bien lo que quiere contar y cómo contarlo, unos actores muy comprometidos con sus personajes y un guión en absoluto pretencioso (con giro inesperado en el tramo final).
© Zineman
Etiquetas: Cine
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