[Cine] Chicago

Años después, la Watkins comprendió que una persona debía ser absuelta o condenada en función de su inocencia o su culpabilidad, y no de su sexo. Quiso enmendar su error escribiendo la obra teatral “Chicago”, que se estrenó en 1930 en Broadway y se convirtió en un éxito inmediato. En ella se nos cuenta la historia de Roxie Hart, una asesina que busca la fama a cualquier precio. Maurine Watkins se autorretrata en el personaje de la periodista Mary Sunshine, en lo que viene a ser su mea culpa por haber colaborado en la puesta en libertad de varias mujeres que cometieron asesinatos.
En los años 40 se hizo una película titulada “Roxie Hart”, protagonizada por Ginger Rogers. Mucho más tarde, Gwen Burton convenció a su marido, Bob Fosse, para que escribiera un musical en el que ella pudiera interpretar a Roxie Hart. Así nació Chicago. El año era 1975, y el contexto sociopolítico era el escándalo del Watergate, con lo que el tema del poder de la prensa era nuevamente de rabiosa actualidad, hurgando en la corrupción de las instituciones estadounidenses. En 1995, el musical se repuso, aprovechando el impacto mediático que tuvo el caso de O.J. Simpson. A raíz de esta reposición se empezó a trabajar en la adaptación cinematográfica del musical, que por fin vio la luz a finales de 2002.


La principal dificultad residía en integrar los números musicales en la trama sin que ello afectara al ritmo de la historia. Dado que casi todos ellos suceden en la imaginación de los personajes (sólo el primero y el último son reales), se decidió representarlos sobre un escenario, diferenciando claramente el “mundo real” de la ilusión. También se acordó prescindir de dobles, por lo que el reparto de “Chicago” debía ser capaz de interpretar todas las canciones y realizar todos los bailes. Para el papel de Roxie Hart se escogió a Renée Zellweger, que carecía de experiencia en musicales, pero había pasado las pruebas de canto y su pasado como animadora convenció al equipo de que podía aprender a bailar. Su oponente, Velma Kelly, sería interpretada por Catherine Zeta-Jones, actriz forjada en musicales, que ya había interpretado “Chicago” en Broadway. Richard Gere, que también había hecho la obra, fue elegido para el papel de Billy Flynn, el tramposo abogado. La rapera Queen Latifah, como la encargada de la prisión “Mama” Morton, y John C. Reilly, como Amos Hart, el marido de Roxie, completaban el elenco principal.

“Chicago” es el retrato de una sociedad enferma, cuya cultura permite que triunfe la gente que juega sucio (asesinato, avaricia, libertinaje...). Para demostrarlo, la historia está narrada con el mismo estilo que se pretende criticar, convirtiendo un hecho totalmente descorazonador en algo obscenamente divertido. En este detalle reside la mayor genialidad de la película. A lo largo de la trama se van repasando temas como la manipulación de los medios de comunicación, que se traduce en el dominio de la opinión pública, con todo el poder que ello conlleva. También se ofrece una desoladora visión del sistema legal, retratado como un mundo corrupto basado en el teatro. El mundo es un circo, y todos quieren sacar tajada: los culpables quieren librarse de la cárcel; el abogado quiere ganar dinero; el fiscal no quiere hacer justicia, sino conseguir una ejecución que le permita llegar a gobernador; y los periodistas quieren aumentar su tirada (la escena del doble periódico, antes del veredicto, habla por sí sola). Las dos únicas personas honradas son el marido de Roxie, que se va con las manos vacías, y la presa húngara, que es ahorcada por un crimen que no ha cometido.
Todo esto se vuelca en los números musicales de la película. Hagamos un resumen rápido: el club de jazz, al que Velma llega con sangre en las manos; Roxie cantando una canción sobre su marido; “Mama” Morton y su “favor con favor se paga”; el tango de las celdas, donde tenemos a una inocente (pañuelo blanco) y a cinco culpables (pañuelos rojos); la presentación de Billy Flynn; los periodistas-marionetas (el mejor número de todos, sin duda alguna); Roxie pensando en la fama que le espera; Velma desesperada; el señor Celofán; el juicio; y nuevamente el club. Todos ellos están perfectamente integrados en la película, alternados con alguna escena del “mundo real” para dar continuidad a la trama. Renée Zellweger y Richard Gere cumplen sobradamente en sus papeles, pero Catherine Zeta-Jones es la gran revelación de la película.

“Chicago” se escribió como una sátira de la sociedad de los años 20, pero el contexto de sus reposiciones ha demostrado que se trata de una obra atemporal. En España, sin ir más lejos, tenemos el reciente caso de Farruquito, un delincuente convertido en celebridad de la noche a la mañana por arte de la prensa. Después de atropellar a un hombre y darse a la fuga, ha sido descubierto, detenido, juzgado y detenido, pero ni siquiera va a pisar la cárcel. De hecho, ha conseguido una publicidad impagable.

Concluyo este desahogo personal dedicando esta crítica a mis compañeros de trabajo, que comparten mi situación. En cuanto al sujeto que ha inspirado estas líneas, mi único consuelo es recordar su inmensa estupidez y su más absoluta incompetencia, con la esperanza de que algún día recoja tempestades, fruto de los vientos que está sembrando. Cuando llegue ese día, ojalá no haya ningún Billy Flynn para salvarte.
© Zineman
Etiquetas: Cine
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