[Cine] La Vida es Bella


Roberto Benigni es un cómico italiano de gran éxito en su país. Aquí le hemos visto en películas “antológicas” del género, como “El Monstruo”, “El Hijo de la Pantera Rosa” o “Johnny Palillo”. Viene a ser algo así como el Jim Carrey italiano, ya que basa su humor en cabriolas y muecas, gesticulando sin parar (como era de esperar en un italiano, claro). Con esta carta de presentación, Benigni escribía, producía, dirigía y protagonizaba “La Vida Es Bella”. Corría el año 1997. A finales de 1998, gracias al éxito obtenido en Italia, se estrenaba internacionalmente.
“La Vida Es Bella” nos cuenta la historia de Guido, un judío italiano que regresa a su pueblo para trabajar como camarero en el hotel de su tío. Estamos en 1939, poco antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, y el fascismo de Mussolini se encuentra en su apogeo. Sin embargo, la primera mitad de la película es pura comedia, y nos cuenta cómo Guido se enamora de una maestra y finalmente se casa con ella. De este matrimonio nace un niño, Giosué.

Al saltar a 1944, la película da un giro dramático, ya que, dada su condición de judíos, Guido y su familia son enviados a un campo de concentración. A partir de aquí, el hilo conductor de la película es la relación de Guido con su hijo, al que es incapaz de revelar la verdadera naturaleza del lugar. Desde ese momento hasta el final de la película, Guido tendrá que realizar continuos malabarismos para mantener el engaño en el que vive Giosué.
Como hemos dicho antes, el reparto está encabezado por Roberto Benigni, en el papel de Guido. Su mujer en la vida real, Nicoletta Braschi, se encarga de interpretar a Dora, la esposa de Guido, y el niño Giorgio Cantarini es el pequeño Giosué. En papeles secundarios podemos ver a uno de “Los Siete Magníficos”, Horst Bucholz, y a Marisa Paredes. Otro personaje interesante es Eliseo, el tío de Guido, interpretado por Giustino Durano. Pero si hay algo que destaca en esta película, por encima de todo, incluso de las estupendas interpretaciones de los actores, es el guión. Benigni sorprende a propios y extraños con un logradísimo equilibrio entre comedia y drama, fruto del más puro ingenio, contándonos el sacrificio que un padre es capaz de asumir con tal de salvar a su hijo no sólo de la muerte, sino también del horror. En conjunto, se trata de un excelente pastel, cuya guinda viene dada por la preciosa banda sonora de Nicola Piovani.
Ante todo, “La Vida Es Bella” es una fábula al estilo Chaplin. Aquellos que aseguran que es una infame comedia sobre el Holocausto no deben haber visto la misma película que yo. Seguramente lo han oído o leído en alguna parte, y son víctimas de ese misterioso proceso osmótico por el cual la opinión ajena se convierte en propia. Benigni combina magistralmente la comedia y el drama: su película no es blanca ni negra, sino gris, y no tiene por qué enmarcarse necesariamente en un solo género, en contra de lo que algunos puedan pensar.

Para convencerse de todo ello, no hay más que recordar escenas como la cena con los niños alemanes, en la que un descuido de Giosué está a punto de estropearlo todo; la del tocadiscos, que Guido utiliza para enviar un mensaje a su esposa, haciéndole saber que siguen vivos; o la llegada del tanque aliado al campo de concentración, preludio del reencuentro de Giosué con su madre. Pero lo que demuestra el respeto de Benigni hacia el Holocausto es, sin duda alguna, el destino final de Guido. En uno de esos momentos que pueden estropear una película o terminar de encumbrarla, Benigni deja claro que “La Vida Es Bella” huye de cualquier posible cinismo, revelándose como una historia muy sincera y, sobre todo, muy sentida. El mensaje que se desprende de todo ello es que, mientras se tenga algo por lo que valga la pena luchar, la vida es bella, y por lo tanto merece ser vivida. La mejor descripción que se puede hacer de esta historia aparece en el prólogo de la película, en palabras del Giosué adulto: “Esta es una historia sencilla, pero no es fácil contarla. Como en una fábula, hay dolor, y como una fábula, está llena de maravillas y de felicidad.”
Debates aparte, también hay lugar para un humor más ligero y mucho menos polémico, con escenas como la llegada del inspector de educación al hotel, donde Guido debe servirle la cena; el pensamiento político del sastre, revelado por el nombre de sus hijos; el pequeño examen al que Eliseo somete a su sobrino antes de empezar a servir mesas; o el inocente comentario de Giosué cuando uno de los presos del campo vuelve de la enfermería después de recibir varios puntos de sutura en un brazo.

“La Vida Es Bella” supuso un enorme éxito de crítica y público. Ganó más de 50 premios, entre ellos tres Oscars: mejor película de habla no inglesa, mejor actor protagonista (Roberto Benigni) y mejor banda sonora. También obtuvo el reconocimiento de varias asociaciones judías, lo que supuso un duro revés para los que acusaban a Benigni de reírse del Holocausto. Fue, sin duda alguna, la mayor sorpresa cinematográfica del año, y conmovió a millones de espectadores de todo el mundo.
© Zineman
Etiquetas: Cine
1 Comentarios:
Cuando se estrenó la película, una presentadora "experta" en cine de Canal + aseguró que el mejor apelativo que se le podía otorgar era "Bonita". Me pareció un comentario cutre, soso e impropio de una "figura" de la categoría de doña García-Siñeriz, hasta que fui al cine a verla sin mayores presentensiones y por una vez coincidí en gustos con la exitosa presentadora.
Para mí esta película representa la más grata sorpresa que he recibido nunca al acudir a una sala de cine.
Saludos
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