[Cine-Historia-Política] Buenas Noches, y Buena Suerte
Sin embargo, fue en la posguerra cuando la maquinaria anticomunista se volvió más peligrosa de lo que había sido nunca. El Comité utilizaba el FBI y la CIA para investigar a los sospechosos de simpatizar con el comunismo. Al frente del primero de estos organismos se encontraba J. Edgar Hoover, que convirtió el Bureau en azote de los presuntos subversivos. Hoover ocupó su cargo durante casi 50 años. Ningún presidente se atrevió a prescindir de él, quizá porque sabía dónde estaban escondidos los cadáveres, quizá porque él mismo los había enterrado.
En 1947, el Comité fijó su atención en Hollywood. Al frente de esta iniciativa se encontraba Joseph R. McCarthy, senador por Wisconsin. Comenzaba la “Caza de Brujas” cinematográfica. En octubre de ese mismo año, diez personas (nueve guionistas y un director, Edward Dmytryk) fueron llamadas a declarar. Cuando se negaron a responder a las preguntas del Comité, fueron juzgados, condenados y sentenciados a un año de prisión, que cumplieron en 1950. El Tribunal Supremo se negó a escuchar su caso. Desde entonces se los conoce como “los diez de Hollywood”:

Fila inferior, de izquierda a derecha: Herbert Biberman; Martin Popper y Robert W. Kenny (abogados de los diez); Albert Maltz, Lester Cole.
Fila intermedia: Dalton Trumbo, John Howard Lawson, Alvah Bessie, Samuel Ornitz.
Fila superior: Ring Lardner Jr., Edward Dmytryk, Adrian Scott.
A partir de ese momento, cualquier persona llamada a declarar iba directamente a engrosar la lista negra de Hollywood, a menos que satisficiera al Comité de McCarthy. Los blacklisted no podían trabajar, por lo que muchas personalidades cinematográficas de reconocido prestigio se vieron obligadas a exiliarse. Su destino preferido fue Europa. Mientras tanto, Hollywood se dedicó a rodar películas anticomunistas como churros: “La Amenaza Roja”, “El Danubio Rojo”, “Casada con un Comunista”, “Yo Fui un Comunista del FBI”, “Marte Planeta Rojo”, etc. Fueron auténticos fracasos de taquilla, pero las autoridades quedaron contentas con el patriotismo de la gente del cine, que era lo que se buscaba.
Hubo personas que colaboraron con gran entusiasmo en la cruzada anticomunista de McCarthy, como el por entonces actor Ronald Reagan, Gary Cooper o Walt Disney. También hubo estrellas que protestaron contra el ansia inquisitorial del Comité, como Judy Garland, Katharine Hepburn, Frank Sinatra o el matrimonio Bogart-Bacall (Bogart se rajaría tras una llamada al orden de los jefazos de su estudio). Por supuesto, quedó sitio para los chivatos. El más famoso fue Elia Kazan, que luego intentó legitimar su acción con películas como “La Ley del Silencio”. Al final, más de 200 personas fueron a parar a la lista negra, ya fuera por negarse a responder o simplemente por haber tenido amistades “poco recomendables”, aunque ni siquiera simpatizaran con el comunismo. Entre los presuntos subversivos figuraban nombres ilustres como Orson Welles, Edward G. Robinson, Charles Chaplin o Leonard Bernstein.

Bogart y Bacall de manifa
Durante los primeros años 50, el Comité siguió campando a sus anchas en todos los ámbitos sociales. A mediados de esa misma década, se calculó que existía un total de 5000 comunistas en suelo estadounidense, aunque la cantidad de agentes del FBI infiltrados en el Partido Comunista era tan grande que, de haberlo querido, Hoover podría haberse convertido en su presidente. Pero el 9 de marzo de 1954 las cosas empezaron a cambiar, ya que una voz se alzó contra el Comité desde la CBS. La voz de Edward R. Murrow.
“No debemos confundir la disensión con la deslealtad, ni tampoco debemos olvidar que acusar no es demostrar, y que una sentencia depende de las pruebas y del debido proceso judicial. No vamos a tener miedo los unos de los otros. No vamos a entrar por miedo en una época de sinrazón si nos afianzamos en nuestra historia y nuestra democracia y recordamos que no descendemos de hombres cobardes, hombres que tuvieran miedo a escribir, a asociarse, a hablar y a defender en su tiempo las causas que fueron impopulares. No es momento para que los que se oponen a los métodos del senador McCarthy guarden silencio, o para los que los aprueben. Podemos negar nuestra herencia y nuestra historia, pero no podemos rehuir nuestras responsabilidades. Nos proclamamos, porque lo somos, defensores de la libertad en el mundo donde quiera que exista, pero no podemos defender la libertad ajena olvidándonos de la propia. Los actos del senador de Wisconsin han causado alarma y revuelo en nuestros aliados extranjeros, y han proporcionado aliento a nuestros enemigos. ¿Y de quién es la culpa? No es suya. Él no ha creado este estado de terror. Sólo lo ha explotado, y con bastante éxito. Casio tenía razón: “La culpa, querido Bruto, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos”. Buenas noches, y buena suerte.”
Edward R. Murrow entró en la CBS en 1935, y empezó a hacerse un nombre durante su estancia en Europa como corresponsal de radio. En 1938, durante la crisis checoslovaca, Murrow se desplazó hasta Praga, desde donde se encargó de radiar los sucesos en riguroso directo, lo que supuso una gran innovación en aquella época. Poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, la CBS lo trasladó a Londres, donde ejerció de corresponsal de guerra. También viajó como observador en aviones aliados durante los bombardeos sobre el continente, y cubrió la liberación de algunos campos de concentración nazis. Describió con toda crudeza detalles como el estado físico de los prisioneros supervivientes, de los que dijo que “parecían filas de cuerpos apilados como estacas de madera”. Su estilo lo convirtió en el blanco de muchas críticas, pero siempre se negó a pedir disculpas por la dureza de sus palabras:
“Les ruego que crean lo que he dicho acerca de Buchenwald. He informado acerca de lo que vi y escuché, pero sólo un fragmento. Para la mayor parte de ello no tengo palabras. Si les he ofendido con este relato más bien benevolente acerca de Buchenwald, no lo lamento lo más mínimo.”
Edward R. Murrow, 15 de Abril de 1945
A finales de los años 40, Murrow continuó presentando los noticiarios de CBS Radio, y también trabajó en el programa “Hear It Now”, donde comenzó su colaboración con el productor Fred Friendly. En la década de los 50 fue asignado a la sección de televisión, donde trabajó en el programa “See It Now”, algo muy parecido a nuestro “Informe Semanal”. Fue en este espacio donde comenzó la oposición al senador McCarthy. En los Estados Unidos, este momento es recordado a menudo como “la hora mejor de la televisión”, y es el tema central de la película que hoy nos ocupa, “Buenas Noches, y Buena Suerte”, cuyo título se debe a la frase que Murrow empleaba para despedir su programa.

El reparto está encabezado por un excelente David Strathairn en el papel de Murrow, acompañado por Patricia Clarkson, Jeff Daniels, Robert Downey Jr., Frank Langella y George Clooney, que además de interpretar a Fred Friendly es director y coguionista de la película. Un secundario de lujo es el propio Joseph McCarthy. En lugar de contratar a un actor, Clooney prefirió incluir material de archivo con imágenes del senador. Por este motivo se decidió rodar la película en blanco y negro, de modo que los cortes de McCarthy encajaran perfectamente. El resultado final fue tan bueno que, durante los primeros pases de prueba, varios miembros del público afirmaron que el actor que interpretaba a McCarthy sobreactuaba, sin darse cuenta de que se trataba del personaje real.

El epílogo de esta historia nos cuenta que Edward R. Murrow, fumador compulsivo, falleció en 1965, víctima de un cáncer de pulmón. Desde entonces se le recuerda como uno de los mejores ejemplos a seguir en cuestiones de ética periodística. Por su parte, Joseph McCarthy terminó yendo demasiado lejos, ayudado por sus graves problemas con el alcohol. Decidió enfrentarse al ejército, intentando limpiar las fuerzas armadas de presuntos oficiales comunistas, y perdió toda su credibilidad ante la opinión pública cuando estas audiencias fueron televisadas, quedando al descubierto su demagógico estilo. Cuando los republicanos perdieron el control del Senado, fue apartado del Comité y posteriormente censurado por “mostrar una actitud contraria a las tradiciones del Senado”. La moción fue aprobada con 67 votos a favor y 22 en contra. McCarthy murió de cirrosis hepática en 1957. Su mayor aportación al mundo es haber servido de inspiración para crear el término McCarthismo, que se define como “la práctica de acusar públicamente de subversión sin pruebas fehacientes” o “el empleo de métodos ilícitos de acusación o investigación para coartar la voluntad de una persona”. ¡Ah!, y también defendió en su día a varios criminales de guerra nazis. Simpático él…
La última página queda en blanco por el momento, ya que “Buenas Noches, y Buena Suerte” aspira a seis Oscars en la gala que se celebrará el próximo 5 de marzo: película, director, actor protagonista, guión original, fotografía y dirección artística. Dentro de tres semanas podremos escribir lo que falta.
© Zineman
Etiquetas: Cine
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