[Cine] Doce del Patíbulo
El punto de partida de esta historia se puede resumir en una simple pregunta: ¿quién es el candidato ideal para llevar a cabo una misión suicida? La respuesta es, lógicamente, aquel que no tenga nada que perder. En otras palabras, ha de ser un hombre que ya esté sentenciado. Si reunimos a un grupo de individuos que respondan a este perfil, tendremos a los “Doce del Patíbulo” (“The Dirty Dozen”, “La Docena Sucia”, en versión original).


La película se basa en la novela homónima de E.M. Nathanson, que a su vez parte de hechos reales. Los yanquis crearon un batallón de delincuentes como el de la película, sólo que estos desertaron y se refugiaron en España, que para eso era neutral. Por su parte, los nazis entrenaron una brigada de criminales para atacar el cuartel general del mariscal yugoslavo Tito, a quien estuvieron a punto de matar. Básicamente, la intención era reunir un conjunto de “elementos prescindibles”, para minimizar las pérdidas en caso de que estas misiones fracasaran.
“Doce del Patíbulo” tiene dos partes bien diferenciadas: la instrucción y la misión. En la primera, el mayor Reisman (Lee Marvin) es convocado por el general Worden (Ernest Borgnine), de quien recibe el encargo de adiestrar a una docena de soldados condenados, con el fin de llevar a cabo una arriesgada operación en territorio enemigo. Acto seguido, los “doce del patíbulo” son puestos a sus órdenes. El grupo está compuesto por Charles Bronson, Jim Brown, Tom Busby, Ben Carruthers, John Cassavetes, Stuart Cooper, Trini López, Colin Maitland, Al Mancini, Telly Savalas, Donald Sutherland y Clint Walker. Como era de esperar, al principio Reisman es recibido con recelo, pero poco a poco se irá ganando el respeto de su nueva tropa.
En la segunda parte, el mayor y sus muchachos se lanzan en paracaídas sobre territorio enemigo para llevar a cabo la misión: atacar un castillo en el que se reúnen un montón de oficiales nazis. Aquí aparece la guerra en estado puro, donde las máquinas de matar de Reisman son desatadas para llevar a cabo la matanza. Los mismos actos que los llevaron ante un tribunal pueden convertirlos ahora en héroes.

- Maten a todos los oficiales que puedan.
- ¿Nuestros o de ellos?
- Empiecen por los de ellos, si no les importa.
En este sentido, “Doce del Patíbulo” no es una película bélica al uso, sino que encaja más bien en la categoría de comandos, dejando las batallas para otra ocasión. Pero la verdadera novedad está en lo que decíamos al principio: los protagonistas son un grupo de criminales, condenados por haber cometido graves crímenes. Es aquí donde Aldrich convierte la película en un alegato antibélico, afirmando que la guerra es violencia en estado puro y que quienes mejor se desenvuelven en ella son un hatajo de bestias. Por esa razón se recurre a un conjunto de chusma para llevar a cabo la misión, quedando posteriormente demostrado que la confianza de los jefes estaba más que justificada.
Si nos paramos a pensar un poco en esto, puede resultarnos alarmante que, como espectadores, nos pongamos de parte de auténtica gentuza. Por ejemplo, durante el ejercicio táctico con el que culmina la instrucción no dudan en hacer cuantas trampas sean necesarias para vencer. Con balas de juguete puede parecer muy gracioso, pero trasladado al mundo real significa que están dispuestos a todo para alcanzar su objetivo, cargándose a todo quisqui sin ningún tipo de remordimiento.

Otra escena, la más cruel de la película, nos muestra cómo los Doce arrojan gasolina y granadas a través de los respiraderos del sótano del castillo, en el que previamente han encerrado a los invitados. No se salvan ni las mujeres. Muchos de estos planos fueron cortados en la versión alemana de la película. En España, la censura se limitó a cambiar el nombre de uno de los personajes, Victor Franko, por Victor Frankie. Cosas de la dictadura.
Aunque la idea principal sea bastante original, “Doce del Patíbulo” no está exenta de una serie de convencionalismos del cine bélico: protagonistas más listos que ningún otro personaje; oficiales simpáticos y antipáticos; soldados rebeldes como Victor Franko/Frankie, o psicópatas como Archer Maggott. Tampoco faltan pifias técnicas, como errores de continuidad y algún que otro anacronismo. Por buscarle algún pero.
A pesar de ser una película muy dura para su época, “Doce del Patíbulo” vio premiado su valiente planteamiento con un gran éxito de taquilla, y con el paso de los años se ha ido ganando también el respeto de la crítica. A mí me parece un espectáculo bastante entretenido, que hoy merece la pena recordar.
© Zineman
Etiquetas: Cine
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