[Cine] El Buen Pastor

La Agencia Central de Inteligencia, más conocida como por su acrónimo en inglés, CIA (Central Intelligence Agency), es probablemente el servicio de espionaje más famoso del mundo, por muy contradictoria que esta frase pueda parecer. Fue creada a finales de 1947 por el entonces presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman, con el objetivo de reunir, analizar y emplear información acerca de entidades extranjeras, ya sean gobiernos, corporaciones o individuos. Vamos, para espiar lo que haga falta.



La CIA nació como heredera de la Oficina de Servicios Estratégicos, entidad encargada de las labores de espionaje y apoyo a la resistencia europea durante la Segunda Guerra Mundial, nutriéndose de gran parte de su plantilla, así como de sus procedimientos. Debido a que muchos de sus primeros integrantes eran antiguos alumnos de la Universidad de Yale, su primer nombre en clave fue “el Campus”, e incluso el método de clasificación de la información era el mismo que se empleaba en la Biblioteca de Yale. En aquellos primeros años, los empleados de la CIA no procedentes de Yale eran discriminados sin ningún disimulo.

Actualmente, la sede de la CIA se encuentra en Langley (Virginia). Su misión es complementar la actividad de la Agencia de Seguridad Nacional, una entidad de naturaleza militar, ya que la CIA se encuentra bajo control civil. De este modo, el Presidente de los Estados Unidos recibe información de dos fuentes de espionaje distintas, con las ventajas e inconvenientes que ello supone.

Casi sesenta años después de la fundación de la CIA, Robert de Niro nos ofrece una historia basada en aquellos acontecimientos, culminando un proyecto al que ha dedicado casi una década de su vida, en colaboración con Francis Ford Coppola, que hace las veces de productor.

“El Buen Pastor” nos cuenta la historia ficticia de Edward Wilson, un miembro de la CIA, en dos épocas diferentes de su vida que se van alternando a lo largo de la película. La primera de ellas tiene lugar en 1961, durante la fallida invasión de Cuba en Bahía Cochinos. La segunda comienza en 1939, cuando Wilson se gradúa en Yale y entra en la famosa sociedad secreta (otra contradicción, pero así es en realidad) Skull and Bones, que le abrirá las puertas de los servicios de inteligencia estadounidenses.



A medida que avanzan ambas tramas, vamos descubriendo la nada deseable vida que lleva el protagonista, desde sus inicios en la Oficina de Servicios Estratégicos hasta los motivos del fracaso de la operación en Bahía Cochinos, con la creación de la CIA en medio: traiciones, engaños, asesinatos, deserciones, etc. Por no hablar de una prácticamente inexistente vida familiar.

- No importa lo que te digan. Nunca habrá nadie en quien puedas confiar de verdad.

El personaje de Edward Wilson está interpretado por Matt Damon. Angelina Jolie se encarga de dar vida a Margaret Russell, su esposa, y en papeles secundarios podemos ver a William Hurt, director de la CIA; Michael Gambon, instructor de Wilson en Inglaterra; Billy Crudup, agente del MI6; John Turturro, asistente de Wilson; Alec Baldwin, agente del FBI; Timothy Hutton, padre de Edward Wilson; y Robert de Niro, militar impulsor de la creación de la CIA. En un pequeño papel podemos ver a Joe Pesci, en su fugaz regreso al cine después casi diez años de haber anunciado su retirada, como favor a su amigo De Niro.

Hay algunas películas que, aunque aparentemente no pasa nada, me enganchan hasta el final. “El Buen Pastor” es una de ellas. Dura unos 160 minutos, no tiene acción en el sentido estricto de la palabra, ya que todo se basa en intrigas de despachos y pasillos, pero cuando la película termina se me ha pasado volando, probablemente por el hecho de que se alternen dos tramas diferentes, aunque relacionadas. Poco me importa que los actores no “envejezcan” apenas en los veintipico años que abarca la historia. Lo cierto es que el papel del joven Wilson lo iba a interpretar Leonardo DiCaprio, pero tuvo que borrarse del proyecto y Matt Damon se vio obligado a trabajar el doble por el mismo dinero.



Lo mejor de la película es sin duda el conjunto de escenas entre Edward Wilson y su homólogo soviético, desde su primer encuentro en el Berlín de después de la Segunda Guerra Mundial hasta el fiasco de Bahía Cochinos, y la sensación de que se seguirán encontrando en repetidas ocasiones. Cada uno se refiere al otro utilizando su nombre clave, “Madre” para Wilson y “Ulises” para el ruso, y ambos se respetan hasta el punto extremadamente paradójico de que desarrollan cierta confianza mutua. Wilson ve en su rival a la persona en la que más puede confiar, ya que con él no tiene necesidad de ocultar nada (excepto las cosas del trabajo, claro).

- Va a ser un adversario formidable, Madre. Estoy deseando que llegue la hora de nuestro enfrentamiento. Y espero que dure mucho tiempo.

Gran parte del éxito de “El Buen Pastor” radica también en que no es una película de espías al uso, sino que se convierte en un drama muy profundo, alejándonos del estilo de vida de James Bond y revelándonos las verdaderas consecuencias del espionaje. Ni malos que quieren dominar el mundo, ni chicas guapas, ni coches deportivos. Tan sólo compromiso, renuncia y soledad, que jamás habrán de ser correspondidos.

Este mensaje se ve realzado por la hábil dirección de De Niro, gracias a la cual un silencio puede ser más significativo que una frase, una mirada puede decir más que una palabra, y actores mediocres como Matt Damon pueden llevar el peso de una película como “El Buen Pastor”. La verdad es que yo en su lugar me plantearía seriamente el paso a la dirección, teniendo en cuenta que desde hace años ha actuado en una larga serie de películas francamente prescindibles. A lo mejor le tenemos que dar el teléfono de Clint Eastwood para que le asesore.

© Zineman