[Cine - Historia] El Pianista
Decir que la vida de Roman Polanski da para rodar una película es quedarse corto: superviviente del ghetto de Varsovia, donde perdió a su madre; su mujer, Sharon Tate, fue asesinada por Charles Manson cuando estaba embarazada de ocho meses; y no puede poner un pie en los Estados Unidos porque pesa sobre él una orden de busca y captura por haber mantenido relaciones sexuales con una adolescente durante una fiesta en casa de Jack Nicholson.

Como polaco, se le había preguntado muchas veces cuándo iba a llevar su historia en el ghetto al cine. Él siempre alegaba que sería incapaz de contar su propia vida en una pantalla, pero sin embargo se sentía obligado a rodar una película sobre el tema. Simplemente necesitaba encontrar una buena historia, una que de verdad mereciera la pena. En el año 2000, Polanski dio por fin con la historia que estaba buscando.
La acción de “El Pianista” comienza en 1939. Wladyslaw Szpilman, el mejor pianista de Polonia, interpreta un Nocturno de Chopin en la radio polaca. En ese preciso momento se produce la invasión alemana: los nazis están bombardeando Varsovia. La emisora es alcanzada y todo el mundo huye despavorido. En pocas semanas, Polonia cae en poder del III Reich.

Después de trabajar como mano de obra esclava, Szpilman consigue que varios amigos le ayuden a escapar, ocultándole en varios pisos francos de Varsovia, situados en el exterior del ghetto. A medida que el Ejército Rojo se va acercando a la capital polaca, la situación se recrudece, y la ciudad va quedando progresivamente reducida a un montón de ruinas, entre las que el pianista intenta ocultarse. La última ayuda que Wladek recibe antes de que se produzca el fin de la guerra, y que a la postre le permite sobrevivir, viene de la persona que menos cabía esperar: un oficial del ejército nazi. Para completar el círculo, la radio polaca reanuda sus emisiones con Szpilman al piano, completando el Nocturno que las bombas interrumpieron seis años antes.
El tema del Holocausto ha sido recurrente en el cine. Judíos, polacos, opositores políticos, homosexuales, etc, fueron víctimas de la salvaje represión nazi. ¿Se puede plasmar semejante horror en una pantalla? Películas como “La Lista de Schindler” nos demuestran que sí, aunque afortunadamente los cineastas son conscientes de que no hace falta recrear toda la crudeza de aquellos sucesos para sobrecoger al espectador, de modo que dosifican las escenas más crueles. De hecho, en 1999, “La Vida Es Bella” consiguió conmover a medio planeta con una visión enormemente edulcorada de los campos de concentración. Ambas películas son magníficas.
En esta línea se enmarca “El Pianista”, una película que, en contra de lo que pueda parecer, aporta una nueva visión del Holocausto. El primer acto de la película es un resumen de la creación del ghetto, que Polanski repasa sin prisa pero sin pausa, para después llegar a la historia que verdaderamente quiere contarnos: la de Wladek Szpilman. Desde el momento en que es separado de su familia hasta casi el final de la película, el protagonista se encuentra completamente solo. La película se convierte entonces en una historia de supervivencia personal, con algunas escenas durísimas, como la ejecución aleatoria de distintos trabajadores judíos, con recarga de pistola y todo; la pelea por la olla de comida; o el ensayo de salto por la ventana, por si llega el momento del suicidio.

También se refleja la miseria de la que puede llegar a ser capaz el ser humano, ya que tenemos buenos y malos en todos los bandos (judíos, polacos y alemanes). La crueldad de algunos judíos con su propio pueblo alcanza su máximo exponente durante la escena en la que la gente está subiendo a los trenes, con un comentario que uno de los guardias judíos hace a los militares nazis: “Bueno, allá van, camino de la fundición”. Ni siquiera la familia del pianista se libra: hay un momento en el que su padre culpa de todo lo que está pasando a los judíos estadounidenses, acusándoles de no presionar a su gobierno para que entre en guerra y ayude “a los judíos polacos”. Al olvidarse de los demás damnificados del Holocausto, esta afirmación se convierte en toda una declaración de “solidaridad”. La bondad de algunos alemanes viene representada por el capitán Hosenfeld, inesperado protector de Szpilman. La escena en la que ambos se encuentran es, sin duda alguna, la mejor de la película.
Esta reflexión alcanza al propio protagonista. Debemos tener presente que, a pesar de todas sus penurias, es uno de los judíos más afortunados: se ha librado de los campos de concentración y vive oculto en pisos francos durante casi toda la contienda. Pero permanece inmóvil ante la desgracia de su pueblo, convirtiéndose por momentos en un mero espectador. Como vía de escape, el pianista recurre a su gran pasión, la música. La película llega incluso a sugerir que al final se convierte en su tabla de salvación, ya que el oficial alemán que le ayuda es un gran amante de la música. El hijo del verdadero Szpilman afirmaba en su día que la guerra había arruinado completamente la vida de su padre, de tal modo que la música era lo único capaz de alegrar un poco su existencia.
Todos estos elementos hacen de “El Pianista” un drama muy profundo, probablemente la mejor película de Polanski en toda su carrera. Gran parte de su éxito se debe al excelente trabajo de Adrien “Manolete” Brody como Wladyslaw Szpilman, en una interpretación de esas que pone la carne de gallina, evitando en todo momento el fantasma de la sobreactuación, que siempre acecha peligrosamente cuando se abordan este tipo de papeles.

“El Pianista” recibió varios premios, entre ellos la Palma de Oro en el Festival de Cannes y los Oscars al mejor director, guión y actor protagonista. Esta gala tuvo su morbo, ya que Polanski no podía acudir a la ceremonia por sus problemas con la justicia estadounidense, y todo el mundo se preguntaba si la Academia se atrevería a premiar su labor. Finalmente lo hizo, y Harrison Ford, a la sazón presentador del premio, conservó la estatuilla en nombre de Polanski. Cinco meses después, ambos se encontraban en Francia, y el legítimo dueño del Oscar pudo por fin sostenerlo entre sus manos.
© Zineman
Etiquetas: Cine
2 Comentarios:
Tú te refieres a "La Vida Es Bella", Quel. "¡Qué Bello Es Vivir!" es esa de James Stewart que pasan todas las navidades. Sigh...
En lo referente a "House", JeSúS y Quel pueden atestiguar que yo vengo haciendo publicidad de esta serie desde el pasado otoño, cuando empezó a emitirse en el canal Fox. De hecho, ya he visto la primera temporada completa y en el momento de escribir estas líneas acaba de concluir el primer capítulo de la segunda. Aprovecho que Quel saca el tema para dar un poco más la paliza y recomendaros que no os perdáis una de las mejores series de televisión de los últimos años. Muchos de mis amigos ya se han enganchado a ella. Arriba House.
Un saludo.
Sabes muy bien que mi desazón se debe a que has equivocado el título de una película a la que se hace referencia expresa en la crítica, y eso nos duele tanto a mí como a House :'(, así que te apuntamos un cachavazo. Arriba House.
Un saludo.
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