[Cine] King Kong
Al llegar a su destino, los nativos raptan a Ann para ofrecerla en sacrificio a un simio gigante, al que veneran. El primate en cuestión es un gorila de unos ocho metros de altura, que se encapricha de la rubia y obliga a los demás a organizar una misión de rescate. Durante su expedición, los cineastas descubren que se han equivocado de película y que en realidad se encuentran en la isla de “Parque Jurásico”. Yo he contado tres tiranosaurios, varios brontosaurios y algunos velocirraptores, entre otros (en una escena se ve un triceratops haciendo de extra). Después de mucha pelea (tranquilos, ecologistas, ninguno de estos animales fue dañado durante la producción), el equipo consigue rescatar a Ann y capturar al simio, al que dan el nombre de Kong. Una vez de vuelta en Nueva York, el gorila se escapa durante una exhibición y da algo de trabajo al ayuntamiento.
El reparto está encabezado por Naomi Watts como Ann Darrow, Adrien Brody (mi madre siempre le ha llamado “Manolete”, incluso antes de que se supiera que iba a protagonizar una película sobre la vida del torero) como Jack Driscoll y Jack Black en el papel de Carl Denham. También aparecen Thomas Kretschmann (compañero de cartel de Adrien Brody en "El Pianista”, donde interpretaba al oficial alemán), en el papel del capitán; Kyle Chandler, el Gary Hobson de la serie “Edición Anterior”, como galán cinematográfico; Colin Hanks, el hijo de Tom Hanks, como Preston, ayudante de Carl Denham; Jamie Bell, un ya crecidito “Billy Elliott”, en el papel del grumete Jimmy; y Andy Serkis, que hace un doble papel, como cocinero del barco y como referencia para la animación de Kong (un trabajo que ya desempeñó en “El Señor de los Anillos”, donde interpretaba a Gollum). Los diseñadores de Weta Digital dicen haberse basado en Copito de Nieve (pero en negro, claro), como homenaje al fallecido gorila albino del Zoo de Barcelona, que PJ visitó a principios de los 90.
La sombra del original está bastante presente a lo largo de toda la película, con escenas muy similares desde el punto de vista conceptual (lógicamente, en el plano técnico no podemos comparar los medios de 1933 con los de 2005). Hay algunos cambios ligeritos, como la transformación de Driscoll en guionista (en 1933 era un aguerrido marinero), pero poca cosa más. También hay algún guiño, como en la escena del taxi, cuando Carl Denham está buscando una sustituta y pregunta por una tal Fay, que está rodando una película para la RKO. Esta película no es otra que el “King Kong” original, donde Fay Wray interpretaba el papel de Ann Darrow. PJ quería que Fay Wray hiciera un cameo, pronunciando la famosa frase final “No fueron los aviones. Fue la belleza la que mató a la bestia.” (se puede comprobar en el guión de 1997), pero la mujer falleció en 2004, a los casi 97 años de edad. La frase volvió al personaje de Carl Denham.
Antes de continuar, repasemos un poco la historia de la franquicia. En el mismo año 1933 se rodó la primera secuela, “El Hijo de Kong”, donde Carl Denham regresaba a la isla y se tropezaba con… bah, mejor os dejo que lo adivinéis. En 1976 llegaba un remake ambientado en la entonces época actual, protagonizado por unos jóvenes Jessica Lange y Jeff Bridges. Fuimos muchos los que preferimos fingir que no se había rodado, pero en 1986 nos atacaron con una segunda parte, que llevaba el original título de “King Kong 2” y nos revelaba que el simio no había muerto, sino que se encontraba en coma. Para sobrevivir necesitaba un nuevo corazón. Los veterinarios habían conseguido desarrollar uno artificial, del tamaño de un sillón, pero no podían llevar a cabo la intervención quirúrgica porque era imprescindible realizar una transfusión para reponer la sangre perdida. Entonces se conseguía capturar a la novia de Kong, que hacía las veces de donante. El problema venía cuando Kong despertaba del coma y sentía a su compañera en celo. Repetición de la jugada.
¿A dónde quiero llegar? Pues al simple hecho de que ni una sola de las nuevas películas aporta nada significativo al original, quedando como meros testimonios de los avances tecnológicos en los efectos visuales. La película de PJ no es una excepción, aunque creo que tampoco lo pretende. Hace más de diez años, la gente abarrotó los cines para ver “Parque Jurásico”, una película menor de Spielberg. ¿Por qué? ¿Por la historia? No, sencillamente queríamos comprobar la espectacular recreación de los dinosaurios. Con el “King Kong” de 2005 sucede lo mismo. Conocemos el guión, sabemos cómo empieza la película, cómo sigue y cómo termina. Tan sólo queremos ver qué tal está rodada. El que tenga otra intención peca de iluso, con todos mis respetos.
Pues bien, los efectos visuales son espectaculares, hasta el punto de que “La Venganza de los Sith” ve peligrar un premio Oscar que hace meses consideraba asegurado. El problema lo podemos encontrar en la duración de algunas escenas de acción, como la pelea de Kong con los tiranosaurios o la carrera que el equipo de rescate le echa a los brontosaurios. Técnicamente están muy bien rodadas, pero son tan largas que saturan al espectador por momentos. Bien podía PJ haberse ahorrado algo de metraje (si a las tres horas le quitas algo, aún te queda película para rato). Por si se quedaba corto, incluso se ha permitido versionar la famosa escena de las arañas.
En la versión de 1933, el primer montaje incluía una escena en la que Kong agita un puente y cuatro marineros caen por un desfiladero. En el fondo aparecían varias arañas gigantes que se merendaban a los caídos. Tras varios pases de prueba, la reacción del público fue completamente desfavorable. La escena fue eliminada. Lo que la ha elevado a la categoría de mito es que al poco tiempo desapareció de los archivos de la RKO, y así sigue hasta hoy. Hace cosa de un año corrió el rumor de que había sido hallada en Francia, pero fue una falsa alarma. En la versión de 2005 podemos ver una escena similar, con multitud de insectos gigantes (aka “bishos”) atacando a Jack Driscoll y a sus compañeros.
Cuando la ópera digital hace una pausa, PJ pone mucho énfasis en el amor platónico que Kong siente por Ann, llegando a ponerse algo pesado en algunos momentos, si bien es cierto que resulta más creíble que el “rollito” Driscoll-Darrow. Oiga, que aquí hemos venido a ver leña.
Aunque para leña la que ha debido haber entre PJ y Howard Shore, el compositor de la banda sonora de la trilogía de “El Señor de los Anillos”, que ya tenía escrita gran parte de la partitura de “King Kong”. Oficialmente, han dicho lo que se dice siempre, que se han separado como amigos debido a “diferencias creativas”. En otras palabras, que ninguno ha querido dar su brazo a torcer y ha salido perdiendo el pez chico, sustituido por el competente James Newton Howard (mira, por lo menos pueden aprovechar medio rótulo). Lo más divertido es que Shore aparece en la película, interpretando al director de la orquesta que ameniza el espectáculo teatral de Carl Denham sobre Kong.
Resumiendo, que tenemos ante nosotros una película palomitera a más no poder, donde la historia es lo menos importante (sobre todo porque es sobradamente conocida). El atractivo del nuevo “King Kong” reside una vez más en el prodigioso trabajo técnico. Parece que Weta sólo ha concedido un año de tregua a la vieja ILM, y ha vuelto a tirar a dar. Si vais al cine con esta idea, la película os resultará muy entretenida. Como he dicho antes, es un nuevo “Parque Jurásico”. Venimos al cine a ver como Kong se aporrea el pecho unas cuantas veces y después nos volvemos para casa.
“King Kong” ha transformado por completo a Peter Jackson. Durante la producción, ha adelgazado más de 30 kilos y ha recurrido a la cirugía por láser para corregir su miopía y mandar las gafas a paseo [comparación]. Y encima está feliz por hace realidad el sueño de su vida.
© Zineman
Etiquetas: Cine
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