[Cine] Un Pez Llamado Wanda

Caray, qué lío. Probemos a empezar de otro modo. George, un ladrón inglés, planea minuciosamente un audaz atraco a una joyería, con un botín estimado de unos trece millones y medio de libras (unos veinte millones de euros) en diamantes. Para llevar a cabo su plan cuenta con la colaboración de su novia Wanda y de su amigo Ken, un tartamudo amante de los animales (en el buen sentido). Sin embargo, George considera que necesita una cuarta persona, un experto en el manejo de las armas, por lo que Wanda recurre a su hermano Otto.
Pero Wanda y Otto no son hermanos sino amantes, y están planeando traicionar a George y Ken y huir con el botín. Por este motivo denuncian a George mediante una llamada anónima a la policía. El problema surge cuando descubren que el cerebro de la banda ha cambiado el botín de escondite. Comienza entonces un enredo en el que Wanda intenta ligarse al abogado de George, Archie Leach (un homenaje a Cary Grant, utilizando su verdadero nombre), por si acaso se entera de dónde están escondidos los diamantes; Otto vigila para que el abogado no llegue a beneficiarse en exceso de su chica; y George debe eliminar las pruebas en su contra y descubrir quién es el traidor, con la ayuda de Ken.
El reparto está compuesto por John Cleese, Jamie Lee Curtis, Kevin Kline y Michael Palin en los papeles de Archie, Wanda, Otto y Ken. En la parte de los secundarios, Tom Georgeson interpreta a George Thomason (un cachondeo de los guionistas), Maria Aitken a Wendy y Cynthia Caylor (pseudónimo tras el que se oculta Cynthia Cleese, hija del Monty Python) a Portia. Stephen Fry, el Gordon Deitrich de “V de Vendetta”, hace un cameo en el aeropuerto de Heathrow. Dirige Charles Crichton, un especialista en comedias televisivas, sobre un guión escrito por John Cleese a partir de una idea de ambos.
El éxito de “Un Pez Llamado Wanda” se basa en ese divertido guión, no demasiado británico, y en la excelente química existente entre sus cuatro protagonistas. John Cleese y Michael Palin conservan la frescura de sus años en los Monty Python, y Jaime Lee Curtis y Kevin Kline se integran perfectamente con ellos. De hecho, Kline fue la gran sorpresa de la película, y su estupenda composición del personaje de Otto le hizo ganador del Oscar al mejor actor de reparto. Parte de su actuación, concretamente muchas de las tonterías que dice (o canta) Otto, es improvisada.

- Otto, ¿qué estás haciendo?
- Es una técnica de meditación budista, para concentrar mi agresividad. Los monjes lo hacían antes de entrar en batalla.
- ¿Qué clase de budismo es ese?
Incluso tuvo la oportunidad de presumir de puntería, ya que era él mismo quien manejaba la ballesta durante la escena del atraco. Acertó en la diana a la segunda toma. Cuando Otto no se basta solo para llenar la pantalla, la comicidad se basa en su contraste con otros personajes, como en la secuencia en la que se alternan planos de Otto y Wanda en pleno acto sexual con planos de Archie y Wendy acostándose en camas separadas. Para entonces ya hemos tenido oportunidad de calar a la señora Leach:
- ¡Hola, Wendy! ¿Qué tal te ha ido?
- He pasado todo el día intentando dar con los de la basura. Almorcé con Marjorie Brooks y se pasó toda la comida quejándose de su marido. Luego jugué al bridge en casa de Philip Hunter y perdí, y llego a casa y resulta que Sanderson se ha equivocado de ramo.
- ¡Oh, no! ¿Te apetece un té?
- Sí.
- He ganado el caso.
- Este es mi primer momento de descanso en todo el día.
Y su hija es otra joya:
- ¡Hola, Portia! ¿Qué tal la exhibición?
- ¡Espantosa, papá! ¡Necesito otro caballo!
- Creí que te gustaba Phantom.
- Ya no sirve ni para tirar de un carro. Por favor, cómprame otro. Es vital y no te costará mucho.
Básicamente, la idea consiste en exagerar la flema británica de Archie y la vulgaridad yanqui de Otto. Sin embargo, también dan mucho juego las escenas entre Otto y Ken. Michael Palin aprovechó su propia experiencia personal (su padre era tartamudo) para crear este personaje, recogiendo matices muy sutiles, como el hecho de que Ken tartamudea poco cuando está tranquilo o en compañía de personas de confianza, como Wanda y George, pero no consigue articular palabra cuando está nervioso o en presencia de gente con la que no se encuentra cómodo, como Otto. Este esmero le valió el elogio de algunas asociaciones de tartamudos.
Precisamente una de las escenas entre Otto y Ken provocó un muerto de risa (literalmente) en un cine de Dinamarca. Al ver la secuencia del interrogatorio, en la que Otto introduce dos patatas en la nariz de Ken, uno de los espectadores recordó una anécdota familiar parecida, surgida a raíz de una apuesta. Esto le causó un ataque de risa tan tremendo que sufrió un paro cardíaco (eso sí, no se puede negar que el hombre murió feliz). El hecho se ha propagado por los países nórdicos cual leyenda urbana, pero es absolutamente verídico. Conociéndolos, los Monty Python deben estar orgullosos.

Ken también se vale bastante bien solo, como demuestra en la subtrama protagonizada por él, en la que tiene que eliminar al único testigo de la acusación contra George, una anciana obsesionada con sus Yorkshire Terrier. Cada intento de asesinato fracasa estrepitosamente, al menos en lo que al objetivo se refiere, ya que en lugar de acabar con la señora acaba con uno de sus perros. Mala cosa para un amante de los animales.
Si se me permite la comparación, aunque salvando las distancias, Otto, Archie y Ken vienen a ser una especie de versión moderna de Groucho, Chico y Harpo Marx. Uno es el exponente del humor absurdo en su máxima expresión, otro es el que parece más normal, y el tercero no es mudo, pero como si lo fuera. Todos ellos tienen momentos muy graciosos, pero los más divertidos suelen ser aquellos en los que Otto está por medio. Tienen compañía femenina, aunque Wanda no se corresponde mucho con los papeles que en su día interpretó Margaret Dumont. Repito que todo esto lo digo salvando las distancias. Sencillamente se trata de una idea bastante curiosa que siempre me ha rondado.
La película se convirtió en uno de los mayores éxitos del cine cómico de los 80, y varios años después el equipo se volvió a reunir para rodar “Criaturas Feroces”, una historia independiente de la que hoy nos ocupa, con un resultado notablemente inferior. La cosa iba también de animales, ya que se ambientaba en un zoo, pero no pudo igualar a su antecesor, ese pez llamado Wanda.
© Zineman
Etiquetas: Cine
2 Comentarios:
esta pelicula es muy grande
que buenos recuerdos
que me decis de los caballeros de la mesa cuadrada?
joer estos tios eran unos cracks
saludos
P-Goto
Pues te diré que "Los Caballeros de la Mesa Cuadrada" es, para mucha gente, la mejor película de los Monty Python. No es la más absurda, porque está "El Sentido de la Vida".
Aprovecho para recomendaros el espectáculo "Monty Python en el Hollywood Bowl", que acaba de salir a la venta en DVD con motivo de su 25º aniversario.
Un saludo.
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