[Cine] The Game

Nicholas Van Orton lo tiene todo. O al menos todo lo que se puede comprar. Nacido en el seno de una de las familias más ricas de los Estados Unidos, y educado desde la cuna para gobernar el imperio financiero familiar, está en la cima del mundo a sus 48 años recién cumplidos: los negocios van viento en popa, cierra tratos como si estuviera comprando chuches, y es envidiado, respetado y temido por todos sus competidores.
Sin embargo, su vida personal es inexistente. Nicholas se levanta todas las mañanas a la misma hora, toma su desayuno, recoge su prensa financiera y coge su BMW para ir al trabajo, y después a su club. Vive solo en la mansión familiar, a excepción del ama de llaves, que lleva toda la vida trabajando para los Van Orton. Su mujer le pidió el divorcio y se casó “con un pediatra, o un ginecólogo, o un ginecólogo pediatra que vive en Sausalito”, y su hermano Conrad aparece y desaparece, casi siempre para pedir dinero.
A pesar de todo esto, Nicholas se siente bastante cómodo con su vida, y el único fantasma que le atormenta de vez en cuando es el suicidio de su padre, del que fue testigo cuando era niño. Este año las imágenes vuelven con más fuerza a su mente, ya que su padre tenía también 48 años el día que decidió arrojarse desde el tejado de la mansión familiar, algo que hizo sin motivo aparente, ya que los negocios marchaban de perlas… Igual que los de Nicholas.
El día de su 48º cumpleaños comienza como cualquier otro, pero durante la mañana recibe la primera sorpresa: su hermano Conrad ha reaparecido y queda con él para comer. Durante el almuerzo, Conrad aprovecha para entregarle su regalo. ¿Qué se le regala a un hombre que lo tiene todo? Pues un juego. ¿De qué va? Aquí viene lo más gracioso: desconoce las reglas, el escenario y el objetivo del mismo, ya que precisamente de eso se trata, de descubrir la verdadera naturaleza del juego. Dos nuevos socios de su club, antiguos jugadores, le dan una pista:
- ¿Quiere saber de qué va el asunto? Juan, capítulo 9, versículo 25.
- Verá… Es que yo no voy a la Iglesia. Hace mucho tiempo.
- “Antes era ciego y ahora veo”.
Desde ese momento, los creadores del juego empiezan a acosar a Nicholas: desde un bolígrafo que le arruina una camisa o el cambio de un maletín hasta cámaras ocultas en su propia casa, allanamientos, persecuciones y aparentes intentos de asesinato. Lo más inquietante es que, a medida que avanza la trama, los allegados de Nicholas parecen estar implicados en el juego. Esta tensión continúa creciendo hasta el final de la película, momento en el que por fin se descubre lo que hay detrás del juego.
La película está protagonizada por un omnipresente Michael Douglas, acompañado por Deborah Kara Unger y Sean Penn, que interpretan a una enigmática camarera y a Conrad Van Orton, y por un amplio elenco de secundarios que ayudan a construir el “tablero”. Dirige David Fincher, tan metódico como siempre en la recreación de cada escena, aunque sin el portentoso trabajo de Michael Douglas la película no sería ni la mitad de lo que es. Gracias a él, el personaje de Nicholas Van Orton pasa por casi todos los estados emocionales posibles en un ser humano.

Precisamente es la evolución del protagonista lo que constituye la línea central del argumento. Al principio, Nicholas es un tiburón financiero sin escrúpulos ni sentimientos, dando buena muestra de ello la conversación telefónica con su ex, en la que su comportamiento es de lo más desagradable, y en la que se empieza a establecer el paralelismo con su padre. En estas primeras escenas, Michael Douglas nos puede recordar al Gordon Gekko de “Wall Street”, papel por el que recibió un Oscar, aunque la chulería de Van Orton empieza a tornarse vulnerable, algo que no pasaba en la película de Oliver Stone.
A medida que avanza la película, Nicholas va perdiendo progresivamente la confianza en todos los que le rodean. En la noche en que su casa es asaltada, la muerte de su padre es explícitamente recordada mediante una fotografía del cadáver tomada por la Policía de San Francisco. En ese momento recibe la visita de su hermano, un Conrad al borde de la crisis nerviosa, y única persona cuya lealtad no parece estar en cuestión. Acto seguido tenemos la escena del taxi, en una de las mejores recreaciones de pánico que he visto jamás en una pantalla. Después de salir con vida, Nicholas habla con su ama de llaves sobre su padre, reforzando nuevamente la comparación entre ellos.
En la parte final de la historia, los hechos se han precipitado de una manera tremenda, pero el abanico de soluciones sigue abierto, con dos extremos representados por la conspiración (para hacerse con el imperio financiero de los Van Orton) y el puro y simple juego (sin puñetera gracia, pero juego al fin y al cabo), gracias a la continua ambigüedad de las situaciones vividas por el protagonista. El Nicholas de ahora ya no tiene nada que ver con el del principio de la película, como puede apreciarse en la escena de la cafetería, donde ruega a los presentes para que alguien le lleve hasta San Francisco. El fantasma de su padre sigue presente, ya que a pesar de haber sido desvalijado Nicholas aún conserva el reloj de su progenitor, un regalo que recibió de su madre al cumplir los dieciocho.
Sea cual sea el objetivo del juego, lo importante es que en ese momento Nicholas ha completado el camino que recorrió su padre antes que él, y que ha llegado al mismo punto. Un punto donde descubre que a veces perder todo lo que se tiene es la única manera de llegar a valorarlo en su justa medida. Un punto donde culmina su redención personal y donde sólo queda una salida. ¿O tal vez no?

“The Game” es una película tramposa. Muy, muy tramposa. Demasiado, según sus detractores. En cierto modo se trata de una película muy interactiva, prácticamente idéntica a un juego de rol, ya que necesita la colaboración del público para funcionar como es debido, pero si el espectador se muestra dispuesto a participar puede disfrutar al máximo del juego. Si no es así, la película le puede llegar a parecer una matrioshka casi infinita, y dentro de la última muñeca no hay nada, como todos sabemos. En fin, hay quien cree que lo peor que le puede pasar a una película es que genere indiferencia, y con “The Game” no hay peligro de que eso suceda. Ninguno en absoluto.
© Zineman
Etiquetas: Cine
1 Comentarios:
Buenisima, que decir de esta gran peli a mi ver, desde el principio hasta el final, es sorprendente.
saludos
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