[Cine] Jumper

Esta semana retomamos nuestra actividad cotidiana, después de la ceremonia de entrega de los Oscar, y lo hacemos con un plato ligerito.

David Rice es el niño estadounidense estándar de las películas baratas: su madre abandonó el hogar familiar cuando él cumplió cinco años, su padre vive deprimido y cabreado desde entonces, los compañeros de colegio lo marginan, y está colado por Millie, una compañera de clase. Un día descubre que tiene una asombrosa habilidad: teletransportarse a cualquier lugar de forma inmediata.

En ese momento, David toma una crucial decisión. ¿Utilizará su superpoder para combatir el crimen? ¡No! ¿Buscará la manera de ayudar a sus seres cercanos? ¡No! ¿Intentará encontrar a su madre? ¡No! Se escapa de casa, desaparece de la vida de todos aquellos a los que conoce y se establece por libre, financiando sus necesidades mediante esporádicos accesos no autorizados a las cajas fuertes de las entidades bancarias que se cruzan en su camino.

Sin embargo, no todo el monte es orégano, y David terminará topándose con Roland, cabecilla de una milenaria organización de fanáticos religiosos, los Paladines, dedicados en cuerpo y alma a la caza de los “jumpers”, porque no, David no está sólo en este mundo. Al menos está Griffin, un fugitivo ya veterano, al que Roland persigue desde hace años.

El reparto está encabezado por el soso de Hayden Christensen, a quien tuvimos la desgracia de ver ¿interpretando? el papel de Anakin Skywalker en “El Ataque de los Clones” y “La Venganza de los Sith”. Repite cartel con Samuel L. Jackson, que interpreta el papel de Roland con un look canoso nuclear bastante inverosímil. Rachel Bilson, que según me comentan era una de las chicas de “O.C.”, es Millie, y Jamie Bell, que no se quitará la etiqueta de “Billy Elliot” en su puñetera vida, es Griffin. Michael Rooker y Diane Lane tienen un pequeño papel como padres del protagonista. Dirige Doug Liman, cuyo extenso curriculum se compone de “El Caso Bourne” y “El Sr. y la Sra. Smith”.

“Jumper” es, por lo tanto, una película de consumo muy justita, con un esquema tan simple como el mecanismo de un chupete, a la par que manido. Básicamente se trata de una continua persecución, precedida por un reencuentro pastelón sin motivo aparente, aparte de la necesidad, por parte del ¿guionista? de meter a una chica en la trama. Ya sabéis, son muy valiosas como rehenes. La madre del protagonista aparece (y desaparece) un par de veces, y el fundamento está en la acumulación constante de efectos especiales. O tal vez deberíamos decir “el efecto especial”, porque sólo es uno, repetido continuamente.



En fin, mi objetivo era afrontar la resaca post-Oscar con un plato ligerito, y debo afirmar que he cumplido con creces, e incluso es probable que me haya pasado, porque esta película tiene menos sustancia que el caldo de un asilo, pero qué se le va a hacer. No me extraña que la Fox la haya tenido escondida un año, mientras decidía si la estrenaba o no. Lástima que al final hayan decidido compartirla con el resto del mundo.

© Zineman