19.11.07

[Cine] Salvar al Soldado Ryan

Esta semana cumplimos 200 posts (que se dice pronto), así que me voy a permitir, sin que sirva de precedente, atender una petición de un amigo. Con una crítica de las largas.

A estas alturas, no voy a ocultar mi predilección por Steven Spielberg, uno de los directores imprescindibles de la historia del cine, admirado por muchos y detestado por algunos. Vale, es un señor muy listo, que sabe lo que tiene que hacer para ganar premios, lo que tiene que hacer para ganar dinero, y lo que tiene que hacer para ganar ambas cosas si es preciso. También es cierto que últimamente está haciendo muchas películas, tal vez demasiadas, y que ha conocido tiempos mejores, pero su legado cinematográfico es innegable: “El Diablo Sobre Ruedas”, “Tiburón”, “Encuentros en la Tercera Fase”, la trilogía (en breve tetralogía) de “Indiana Jones”, “E.T. el Extraterrestre”, “La Lista de Schindler”, etc. Caray, si yo incluso soy de los cuatro raros a los que les gustó “Inteligencia Artificial”. Me pareció Kubricker than Kubrick. Qué le vamos a hacer…

Con la película de la que hablamos hoy, Spielberg consiguió más o menos lo mismo que acabamos de comentar sobre su persona. En general, es admirada por crítica y público, aunque no falta quien la critique. Muchos de sus detractores alegan que el hecho que sirve de punto de partida para la película es inverosímil. Bien, hagamos un poco de historia.

El 3 de enero de 1942, los cinco hermanos Sullivan (George Thomas, 27 años; Francis Henry, 25; Joseph Eugene, 23; Madison Abel, 22; y Albert Leo, 19) se alistaron en la armada estadounidense con la condición de servir todos juntos. El ejército tenía una política de separación de parientes, a fin de minimizar la posibilidad de muerte en combate de toda una familia, pero no era una práctica que se siguiera estrictamente, y ya que los chicos se empeñaban y la armada necesitaba gente, se les concedió tal deseo. Se embarcaron a bordo del submarino Juneau.

El 13 de diciembre del mismo año, en el transcurso de la Batalla de Guadalcanal, el Juneau fue torpedeado por submarinos japoneses y se fue a pique en la zona de las Islas Salomón. Debido a la constante presencia naval japonesa, el equipo de rescate tardó ocho días en llegar a la zona, donde halló diez supervivientes. Según su testimonio, los tres hermanos medianos fallecieron en el momento del ataque, el pequeño se ahogó al día siguiente, y el mayor aguantó otros cuatro o cinco días antes de morir.

Debido a este suceso, el Departamento de Guerra instauró la Política del Superviviente Único (Sole Survivor Policy, SSP), que consistía en liberar del alistamiento o licenciar del servicio al último superviviente de una familia de combatientes. En algunos casos, esta cláusula ha llegado a aplicarse no sólo al último hermano superviviente, sino a varios hermanos que hubieran perdido a otro en combate. Uno de los casos más famosos de aplicación de la SSP es el de los cuatro hermanos Niland, naturales de Kenmore, Nueva York.

El sargento Robert Niland, de la Compañía D, 505º Regimiento de Infantería Paracaidista, 82ª División Aerotransportada, fue muerto en combate el 6 de junio de 1944, durante el Desembarco de Normandía. Su hermano Preston, teniente del 22º Regimiento de Infantería, 4ª División de Infantería, fallecía al día siguiente. El tercer hermano, el sargento Edward Niland, servía en las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, y fue dado por muerto cuando su avión fue abatido en el frente del Pacífico. El cuarto Niland, Frederick, sargento del 501º Regimiento de Infantería Paracaidista, 101ª División Aerotransportada, fue enviado de regreso a los Estados Unidos, en virtud de la aplicación de la SSP, para completar su servicio lejos del frente. Más tarde se supo que Edward seguía vivo y se encontraba en un campo de prisioneros japonés, en Birmania. El punto de partida de “Salvar al Soldado Ryan” se basa en la historia de los hermanos Niland.

Junio de 1944. El desembarco aliado en Europa es inminente, y su éxito o fracaso inclinará la balanza de la guerra en un sentido u otro. La primera piedra para el triunfo aliado la ponen los servicios de inteligencia, gracias a la Operación Fortaleza, una misión de contraespionaje que consigue convencer a los altos mandos nazis de que el desembarco tendrá lugar en Calais, a unos 250 kilómetros de Normandía. Los estadounidenses llegan a poner al general Patton al mando de un contingente ficticio emplazado en el sur de Inglaterra, ya que los alemanes están convencidos de que será él quien dirija el desembarco.



Pero el optimismo aliado decae cuando las inclemencias meteorológicas le cogen cariño al Canal de la Mancha. Durante varios días, el estado del mar es tan peligroso que obliga a suspender la operación, inicialmente prevista para el 5 de junio. Por si esto fuera poco, los cielos están tan cubiertos que el apoyo aéreo sería poco efectivo.

La noche del 5, el general Eisenhower se reúne con su Estado Mayor, compuesto por los generales Smith, Tedder y Leigh y el mariscal Montgomery. La cuestión es la siguiente: ¿hay que llevar a cabo el desembarco el día 6, o demorarlo aún más? Smith y Montgomery afirman que, pase lo que pase, hay que atacar. Por su parte, Tedder y Leigh se inclinan por un nuevo aplazamiento, debido a los desalentadores partes meteorológicos que han recibido. El empate deja la decisión final en manos de Eisenhower, que opta por desembarcar, ya que considera que no se puede hacer otra cosa. Sin embargo, sus reservas le llevan a redactar dos comunicados de prensa diametralmente opuestos:

“Nuestros desembarcos en la zona Cherburgo – El Havre no han logrado establecer satisfactorias condiciones y he tenido que retirar las tropas. Mi decisión de atacar en este tiempo y lugar estaba basada en la mejor información posible. Las tropas aéreas y navales se han comportado con toda la bravura y celo que cabía esperar. Si hay alguna culpa o falta en el intento, es sólo mía.”

“Las fuerzas navales aliadas, apoyadas por poderosas formaciones aéreas, comenzaron a desembarcar esta mañana en Francia los ejércitos aliados en la costa septentrional de este país.”


Eisenhower pasa toda la noche en vela, esperando a que le lleguen noticias de la operación. A las 9:05 de la mañana del 6 de junio, los informes que recibe del frente normando le permiten descartar el primer borrador, que quema inmediatamente, y hacer público el segundo.



La historia de “Salvar al Soldado Ryan” comienza esa misma mañana, un poco antes, justo cuando los anfibios aliados están a punto de llegar a la playa. En esos momentos-de-tensa-calma-que-preceden-a-la-tempestad, podemos ver cómo los soldados aliados intentan reunir el ánimo suficiente para afrontar la inminente batalla. Algunos rezan, otros vomitan, y la mayoría intenta ocupar su mente con lo que sea para no pensar en la masacre que se avecina.

Los siguientes veinte minutos han sido descritos por mucha gente como una de las mejores escenas bélicas jamás rodadas, si no la mejor. Tras la llegada a la playa, nos centramos en el capitán John Miller y sus hombres, recién desembarcados en el sector Omaha Beach. Después de un desalentador inicio, consiguen consolidar su posición en la playa y abrir brecha en las líneas enemigas. Normandía ha caído.

Más tarde, se detecta en los despachos del Departamento de Guerra el fallecimiento de tres de los cuatro hermanos Ryan, de Iowa. El cuarto sigue vivo, por lo que debe ser repatriado en virtud de la famosa SSP, pero se ha internado en Francia con su división, así que el alto mando asigna a Miller y sus hombres una misión de rescate. Tras varias desventuras y algunas bajas, el grupo encuentra al dichoso Ryan, y mantiene una última batalla con el ejército alemán en un pueblo francés totalmente destrozado.

El reparto está encabezado por Tom Hanks, un actor de carrera inversa, ya que en vez de interpretar buenos papeles, ganar el Oscar y dedicarse a cobrar un pastón por trabajos mediocres, comenzó la parte más interesante de su carrera después de ganar un par de premios consecutivos. “Salvar al Soldado Ryan” es la primera muestra de ello. Su interpretación del capitán Miller le valió una nueva nominación al Oscar, esta vez sin éxito. A sus órdenes podemos ver a Tom Sizemore, Edward Burns, Vin Diesel, Giovanni Ribisi, Jeremy Davies, Barry Pepper y Adam Goldberg. Todos ellos fueron obligados a someterse a un exhaustivo entrenamiento militar real durante varios días. El papel de Ryan recae en Matt Damon, que fue eximido de dicho entrenamiento para que sus compañeros de reparto experimentaran un resentimiento auténtico, el mismo que sus personajes sienten hacia el soldado Ryan. Cosas del método... Menos mal que en la escena del desembarco les hicieron cargar con munición de madera para que no se cansaran más de lo necesario.

Entre los secundarios podemos ver caras conocidas como las de Dennis Farina, Ted Danson, Paul Giamatti y Nathan Fillion (el capitán Malcolm de “Firefly” y “Serenity”, que aquí interpreta al “falso” Ryan). En lo que se refiere a los extras, la mayor parte son militares irlandeses y británicos con experiencia previa en esto del cine, ya que habían participado en el rodaje de “Braveheart”. En total, casi quinientos soldados colaboraron en la recreación del Desembarco de Normandía durante cuatro semanas de rodaje. Para algunas tomas se contó con amputados auténticos, a fin de garantizar el realismo de la escena.

Como suele suceder en estos casos, los nombres que se barajaron antes de cerrar el reparto fueron un montón. Antes de contratar a Tom Hanks, se pensó en Mel Gibson y en Harrison Ford para el papel de Miller. Edward Norton rechazó el papel de Ryan, y Matt Damon fue descartado poco después, aunque al final Spielberg decidió ficharlo. Se ofreció a Michael Madsen el papel del sargento Horvath, pero declinó la oferta y recomendó a su amigo Tom Sizemore.

“Salvar al Soldado Ryan” es una de las películas más personales de Spielberg, y el esmero que puso en su producción le valió el elogio de muchos veteranos de la Segunda Guerra Mundial, gracias al realismo conseguido, sobre todo en la escena del desembarco. La dureza de estas imágenes provocó que uno de los actores de doblaje alemanes, veterano de esta misma batalla, tuviera que ceder su puesto en el atril a un compañero, ya que fue incapaz de completar sus tomas.



Sin embargo, la dureza de la película radica más en las cuestiones que plantea, en torno al tan manido tema del absurdo de la guerra. Siempre se ha dicho que las guerras no las pueden ganar las buenas personas, ya que precisamente por esa razón son incapaces de tomar las decisiones que son necesarias para obtener la victoria, y que casi siempre implican enviar a varios miles de soldados a una muerte segura. “Salvar al Soldado Ryan” riza el rizo y plantea una pregunta con tintes surrealistas: ¿En qué cabeza cabe arriesgar la vida de ocho soldados para salvar a uno solo?

Mientras el espectador piensa en el problema, Spielberg va sacrificando uno por uno a sus protagonistas. Algunos de ellos mueren en situaciones absurdas, como el que recibe un disparo mientras está sosteniendo en brazos a una niña, o el médico, único no combatiente y único que es herido durante un ataque, pidiendo a sus compañeros que lo maten con una sobredosis de morfina, en una de las secuencias más duras de la película. Con todo, la escena más controvertida es con toda seguridad la “liberación” del prisionero alemán, cuya motivación Spielberg deja abierta a lo que el espectador quiera entender: el hartazgo de Miller, enajenación mental transitoria, estupidez, etc.

Para que “Salvar al Soldado Ryan” no sea una simple película de buenos y malos, también podemos ver el lado oscuro de los soldados aliados en la secuencia del desembarco, cuando atacan con lanzallamas los bunkers de los servidores de ametralladoras, al grito de “¡No disparéis! ¡Que se quemen!”, o cuando asesinan a dos soldados enemigos desarmados. Antes de ser tiroteado, uno de ellos dice: “¡Por favor, no me dispare! ¡No soy alemán! ¡Soy checo! ¡No he matado a nadie! ¡Soy checo!”. Al parecer, son miembros de lo que los alemanes llamaban Batallones del Este, compuestos por checos y polacos enrolados a la fuerza y obligados a luchar en el bando alemán.

Otras escenas que la gente discute ocasionalmente son los planos de la bandera estadounidense, que abren y cierran la película. Más que tufillo patriotero, en realidad consisten en una “revancha” dirigida hacia Leni Riefenstahl, que iniciaba y concluía un documental sobre la Wehrmacht con planos idénticos de la bandera nazi. También hay quien pone en duda la verosimilitud de la escena en la que el francotirador Jackson mata a un “colega” alemán con un disparo que atraviesa la mira de su oponente. Esta escena está basada en la historia de un marine, Carlos Hathcock, que luchó en la guerra de Vietnam y eliminó a un francotirador del Vietcong de la misma forma que se puede ver en la película.

Para que luego no digan que me ensaño con los que no opinan como yo, daré mi brazo a torcer con la escena de la carta de Abraham Lincoln a la señora Bixby. Ojo, el documento es real, pero describe los hechos de forma errónea. Sólo dos de los cinco hermanos Bixby fallecieron en combate. De los otros tres, dos desertaron y uno fue hecho prisionero y más tarde devuelto a su bando tras un intercambio de prisioneros. Al parecer, mamá Bixby simpatizaba con el bando confederado y mintió al Departamento de Guerra de la Unión sobre la suerte de sus retoños, como parece haberse demostrado a raíz de posteriores investigaciones. Es más, se sospecha que no fue Lincoln quien escribió la carta, sino uno de sus secretarios, John Hay.

Pero si no recuerdo mal estamos en una película bélica, y aquí lo que vende son las escenas de acción, fundamentalmente el desembarco inicial y la batalla final. Si me apuráis, es posible que os diga que la batalla en el pueblo me gusta todavía más que el Desembarco de Normandía. Me parece que tiene aún más mérito. De todos modos, la acción es acción, y la película hay que verla entera hasta completar un total de 206 muertos. Sí, es mucha violencia, pero es que estamos hablando de Normandía en el mes de junio de 1944, no lo olvidemos.




Quienes lo debieron olvidar fueron los miembros del comité censor hindú, que ya habían puesto problemas a Spielberg durante el rodaje de “Indiana Jones y el Templo Maldito” (hasta el punto de que tuvo que desistir de rodar en la India). Tras un primer pase, exigieron a la distribuidora que realizara una serie de cortes en el metraje, y cuando recibieron un no por respuesta resolvieron prohibir el estreno de la película. Ante esta situación, el ministro hindú de Interior decidió visionar personalmente la cinta, y la impresión que le causó fue tal que ordenó que se estrenara sin alteración alguna en su montaje.

Y quienes tuvieron que alterar la película fueron las cadenas de televisión por cable y vía satélite estadounidenses, aunque no por capricho. Por razones artísticas, Spielberg redujo la saturación del color en un 60%, y cuando la película se proyectó en televisión muchos espectadores llamaron a sus servicios de atención al cliente, quejándose de que sus aparatos se habían estropeado, ya que el color no se veía bien.

En el apartado de premios, “Salvar al Soldado Ryan” recibió cinco Oscar: mejor director, mejor fotografía, mejor montaje, mejor sonido y mejores efectos de sonido. Se quedó a las puertas del premio a la mejor película, que fue para la sobrevalorada “Shakespeare Enamorado”. Hoy en día, “Salvar al Soldado Ryan” es una película recordada por todos y alabada por muchos, y “Shakespeare Enamorado”, a pesar de ser una comedia tan respetable como entretenida, es poco más que una pregunta de Trivial*. Va a ser verdad que el tiempo, tarde o temprano, pone a cada uno en su sitio.

* Gracias a Mel Brooks por la frase

© Zineman

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6 Comentarios:

Blogger Unknown dijo...

Increible pelicula y muy dura tambien

Que grande es Spielberg, que maravillas de peliculas ha dado al mundo.
saludos

19 noviembre, 2007 17:28  
Anonymous Anónimo dijo...

Hola Zine:
Todavía me entran escalofríos cuando recibe el soldado el disparo en el casco, se lo quita para decir qué suerte ha tenido y recibe otro en el mismo lugar. Para mí, ya lo sabes, es la mejor película bélica (totalmente seria, porque ahí están Los Violentos) de la historia, ha años luz de la ultra-super-mega valorada La delgada línea roja. Muy buena crítica de una grandísima película. Un saludo de una amigo,
Ril

20 noviembre, 2007 00:18  
Anonymous Anónimo dijo...

Posdata: Se me ha colado una "ha" por un "a" ... serán los años.
Ril

20 noviembre, 2007 00:19  
Anonymous Anónimo dijo...

Para mí, indudablemente la escena más dura de toda la película es la muerte del médico, llorando y llamando a su madre en plena desesperación. Cuando la vi en el cine no llamó mi atención especialmente. Hasta que la estrenando mi HomeCinema en compañía de mi suegro, enfermo de cáncer.
Es sin duda la escenas más duras y cruel que he visto.

25 noviembre, 2007 23:10  
Anonymous Anónimo dijo...

hola buenas ya se q es un poco tarde. Es que me gustaria saber ¿como se llama el actor que interpreta al francotirador aleman que mata a caparzo?
muchas gracias

29 marzo, 2009 00:55  
Anonymous Anónimo dijo...

genial análisis y relato. lo felicito.

30 septiembre, 2018 17:43  

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