[Cine] Uno de los Nuestros

La década de los 70 nos regaló películas como las dos primeras entregas de “El Padrino”, de incalculable valor cinematográfico pero discutible veracidad. Esto lo sabía bien un joven Martin Scorsese, que había crecido en barrios dominados por esos ambientes y discrepaba del retrato tan “romántico” que Coppola había hecho de la mafia a través de la familia Corleone. Él sabía que el negocio de la mafia no era el asesinato, y que en modo alguno se regía por el honor, sino por la ley del mínimo esfuerzo. En otras palabras, vivir del cuento gracias al miedo y a la extorsión:
- Para nosotros, vivir de otra manera era impensable. La gente honrada que se mataba en trabajos de mierda por unos sueldos de miseria, que iba a trabajar en metro cada día y pagaba sus facturas, estaba muerta. Eran unos gilipollas. No tenían agallas. Si nosotros queríamos algo, lo cogíamos, y si alguien se quejaba dos veces le dábamos tal paliza que jamás volvía a quejarse. Era una simple rutina. Ni siquiera lo pensábamos.
Durante años, Scorsese buscó una historia realista digna de ser llevada a la pantalla, con el fin de desmitificar los personajes tan brillantemente interpretados por actores como James Cagney, Edward G. Robinson o Marlon Brando. Por suerte para él, su camino se cruzó con el de Nicholas Pileggi, autor de un libro sobre un gangster real, Henry Hill, y le llamó por teléfono:
- He estado esperando un libro como este durante toda mi vida.
- Y yo he estado esperando una llamada como esta durante toda mi vida.
Acababa de nacer “Uno de los Nuestros”. Para el papel de Henry Hill, Scorsese tuvo muy claro desde el primer momento que recurriría a un por entonces joven y desconocido Ray Liotta. El estudio respetó su decisión, pero exigió la presencia de una gran estrella en el cartel, para proteger su inversión. El director cogió su agenda y llamó a su actor fetiche, Robert de Niro, para ofrecerle el papel de Jimmy Conway, socio de Henry Hill, cuyas escenas terminó en un plazo record de tres semanas. El trío protagonista se completó con Joe Pesci, que daría vida al inestable Tommy DeVito, una bomba de adrenalina con patas. En cuanto a los secundarios, Lorraine Bracco consiguió el papel de Karen Hill, y Paul Sorvino, especialista en papeles de mafioso, se encargaría de interpretar al jefe de la familia, Paul Cicero. También quedaba sitio para los padres de Scorsese, que interpretarían a uno de los ancianos de la familia y a la madre de Tommy, respectivamente.

“Uno de los Nuestros” es una película construida a base de historias y anécdotas, con el personaje de Henry Hill como hilo conductor de las mismas, ya sea haciendo las veces de protagonista, participante o mero espectador. Digamos que en cierto modo es como si Woody Allen se hubiera lanzado a rodar una película de gangsters: empieza a contar historias y más historias, y la peli puede durar perfectamente dos días. Aquí radica el enfrentamiento entre los que critican la película, alegando que en el fondo no cuenta nada, y los que la consideramos una película muy ágil y entretenida.
Por supuesto, con este planteamiento queda patente desde el primer momento que “Uno de los Nuestros” es una película de escenas. Especialmente famoso es el plano secuencia en el que Henry y Karen entran por la puerta del servicio del restaurante y llegan hasta el escenario atravesando todo el local. La idea de esta escena surgió por accidente, ya que la productora no consiguió la autorización para utilizar la entrada principal, y Scorsese tuvo que recurrir a una solución alternativa que acabaría convirtiéndose en uno de los planos más estudiados en las academias de cine. Hubo que repetirlo alguna que otra vez, ya que al humorista del final le costaba recordar sus diálogos (que ya le manda narices…), pero ahí queda el resultado final, al ritmo del “Then He Kissed Me” de The Crystals.
Sin embargo, el verdadero filón es el personaje de Tommy DeVito. Según el auténtico Henry Hill, Joe Pesci clavó el personaje en un 90-99%, siendo la única diferencia notable el hecho de que el verdadero Tommy era un gigantón y Pesci es bastante humilde de talla. Su contribución a la película es notable: destacan la escena en la que le pregunta a Henry qué quiere decir al llamarle “gracioso” (improvisada en su totalidad por el propio Pesci a petición de Martin Scorsese), o la cena en casa de la señora DeVito (también improvisada por el trío protagonista):
- Hijo, ¿por qué no te buscas una buena chica?
- Me busco una casi cada noche, mamá.
Mención especial merece la partida durante la que Tommy dispara al camarero por haberle mandado “a hacer puñetas”. En esta última, Michael Imperioli, futuro miembro de la familia Soprano y por entonces en el papel del infortunado camarero, se cortó con un vaso mientras filmaba su “muerte” y tuvo que ser trasladado a urgencias, donde intentaron atenderlo inmediatamente al ver lo que parecían varias heridas de bala en el pecho. Cuando pudo aclararlo todo, lo hicieron pasar a la sala de espera, donde tuvo que aguardar tres horas.

El hecho de que exista un gran componente de improvisación no implica que Scorsese no velase por la veracidad de la historia. No sólo colaboró estrechamente con Nicholas Pileggi en la escritura del guión, sino que además hizo que Ray Liotta pasara mucho tiempo con el verdadero Henry Hill, y pidió la constante presencia en el plató de gente que había conocido a los auténticos protagonistas, a fin de contar con su consejo. De hecho, el fiscal con el que Henry negocia su entrada en el Programa de Protección de Testigos, Edward McDonald, se interpreta a sí mismo, reviviendo la conversación que mantuvo en su día con el verdadero Henry Hill. Por cierto, éste fue expulsado del PPT tras el estreno de la película, ya que no puedo resistir la tentación de desvelar su verdadera identidad.
Este compensado cóctel de realidad e improvisación tiene una etiqueta de película violenta que, bien mirado, se concentra fundamentalmente en sus diálogos. Mientras el recuento de cadáveres se queda en 10 (cifra no precisamente elevada para una película de gangsters), la palabra “joder” y sus derivados se escuchan un total de 296 veces, aproximadamente la mitad de ellas en boca de Joe Pesci. Cuando su madre vio la película le pareció estupenda, pero preguntó a su hijo si era necesario que jurara tanto. Quizá se olvidase de ello cuando Joe Pesci recibió el Oscar al mejor actor de reparto, protagonizando el tercer discurso de agradecimiento más breve en la historia de estos premios (“Es un honor y un privilegio, gracias”) y alegando que no había preparado nada porque no esperaba ganar.
Casi veinte años después de su estreno, “Uno de los Nuestros” se ha consolidado como una de las mejores películas de mafia de la historia del cine, con varias escenas de obligado estudio en las escuelas de cinematografía y una interpretación memorable de su reparto al completo, en especial del trío protagonista, en el que brilla con luz propia un insuperable Joe Pesci. Todo ello bajo la dirección de un Martin Scorsese en estado de gracia, que supo ver el potencial de una historia de historias y no dudó en luchar por ella, por suerte para nosotros.
© Zineman
Etiquetas: Cine
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